jueves, 18 de julio de 2024

La sociedad nos obliga a ser feliz


La sociedad actual nos obliga a ser felices en todo momento, nos crea una presión a menudo irreal para mantener una fachada de felicidad constante. Este mandato de ser feliz se manifiesta en diversos ámbitos de nuestra vida cotidiana, desde las redes sociales hasta la publicidad y las relaciones sociales, promoviendo una imagen idealizada de la vida perfecta que rara vez coincide con la realidad. Esta imposición de felicidad perpetua puede ser perjudicial, ya que minimiza nuestras emociones auténticas y nos hace sentir culpables por experimentar tristeza, ansiedad o frustración.

La cultura de la felicidad perpetua se ve alimentada principalmente por las redes sociales. Las plataformas dogitales están llenas de imágenes y vídeos que muestran vidas aparentemente perfectas: viajes exóticos, relaciones amorosas ideales, logros profesionales envidiables y eventos sociales llenos de alegría. Aunque estas publicaciones pueden inspirar, también crean un estándar inalcanzable de felicidad. La gente tiende a compartir solo los momentos positivos, omitiendo las luchas y los desafíos diarios.

La publicidad y los medios de comunicación juegan un papel crucial en la perpetuación de este mandato. Los anuncios a menudo presentan productos y servicios como claves para alcanzar la felicidad. Ests mirada materialista de la felicidad ignora la complejidad de las emociones humanas y reduce la felicidad a un estado de consumo constante.

Además, las interacciones personales y las expectativas sociales refuerzan esta presión. Frases como “¡Sonríe!”, “Todo estará bien” o “No estés triste” pueden ser bien intencionadas, pero también pueden invalidar los sentimientos genuinos de las personas. Estas expresiones, aunque simples, subestiman la profundidad de las experiencias emocionales y sugieren que las emociones negativas deben ser reprimidas o superadas rápidamente.

La realidad es que la vida está llena de altibajos, y es natural atravesar períodos de dificultad. Negar estas emociones o reprimirlas solo incrementa el malestar interno. La búsqueda constante de felicidad puede llevarnos a la falsa creencia de que cualquier sentimiento negativo es un fracaso personal. Sin embargo, aceptar y procesar nuestras emociones negativas es fundamental para el bienestar mental y emocional.

Es crucial recordar que la autenticidad y la salud emocional no se basan en estar felices todo el tiempo, sino en ser honestos con nosotros mismos y permitirnos sentir una gama completa de emociones. La verdadera felicidad no se encuentra en la negación de las dificultades, sino en la capacidad de enfrentarlas con valentía y honestidad.

miércoles, 3 de julio de 2024

Salud mental: capitalismo y medicalización

El consumismo y capitalismo moderno ha generado una crisis de salud mental, enfocándose en la medicalización en lugar de abordar las raíces de los problemas.

Si bien la medicalización puede jugar un papel crucial en el tratamiento de ciertos trastornos mentales, es esencial que esta se complemente con una evaluación psicológica integral. La combinación de intervenciones farmacológicas con enfoques terapéuticos permite una comprensión más completa de los problemas subyacentes, facilitando un tratamiento más efectivo y personalizado. La psicología aporta herramientas valiosas para abordar las raíces del sufrimiento y para desarrollar estrategias que promuevan el bienestar a largo plazo, asegurando que los tratamientos no solo alivien los síntomas, sino que también fomenten una mayor estado de bienestar en las personas que asisten a los servicios de salud mental.

A pesar de que en la actualidad se habla más de salud mental, el sistema actual prioriza los tratamientos farmacológicos para los problemas psicológicos. Este enfoque ha creado una población con problemas psicológicos "sedada", que aborda la angustia y las alteraciones de las emociones con fármacos, en unos casos "bien" medicados y en otros incluso con la ilusión de pseudofármacos recetados incluso no por médicos psiquiatras, sino por distintos profesionales que ofertan placebos que promueven bienestar psicológico, más que por el efecto de la "medicina" por el cambio de la percepción de bienestar que aumenta por la atribución que la persona le asigna a la ingesta de la medicina.

La tendencia hacia la medicalización se intensificó en la década de 1980, cuando el sufrimiento humano comenzó a ser visto como un problema interno en lugar de una reacción a las circunstancias externas.

Los manuales diagnósticos contribuyeron a esta crisis, al ampliar las definiciones de trastornos mentales, lo que facilitó la clasificación de más personas como enfermas. Esto resultó en un aumento significativo en el uso de medicamentos, alimentando un mercado lucrativo. 

La medicalización excesiva desvía la atención de las verdaderas causas del sufrimiento humano, que a menudo están enraizadas en el entorno socioeconómico. El sufrimiento debe ser visto como una protesta legítima contra las circunstancias adversas en la vida cotidiana, no simplemente como un problema químico o cognitivo-emocional.

Un ejemplo de la conexión entre el entorno y la salud mental se observó durante la pandemia de COVID-19. Las tasas de depresión fueron significativamente más altas entre las madres solteras que vivían en sectores vulnerables en comparación con las familias de clase media en áreas residenciales. Este fenómeno subraya cómo las condiciones de vida y la capacidad económica influyen en la salud mental.

Después de la pandemia de COVID-19 cambió la percepción de la salud mental, mostrando que las circunstancias externas tienen un impacto significativo. Aunque hubo intentos de medicalizar la respuesta a la pandemia, muchas personas comenzaron a reconocer que su angustia era una reacción a las condiciones socioeconómicas y de salud. Esta conciencia debe desafiar la dependencia excesiva y en primera instancia de los tratamientos farmacológicos. Nos debemos motivar en fomentar una comprensión más compleja de la salud mental, que incluya lo farmacológico en las situaciones que corresponda, pero que no desvíe el verdadero interés de las causas del sufrimiento humano, la cual regularmente se encuentra en la construcción subjetiva del malestar por las pobres y escasas condiciones materiales en que vivimos.

domingo, 29 de octubre de 2023

Baja autoestima, ansiedad y depresión


La baja autoestima en adultos es un problema emocional que puede tener un impacto significativo en la calidad de vida y el bienestar general. Se caracteriza por una percepción negativa de uno mismo, una falta de confianza y una sensación general de insuficiencia. Este estado emocional puede desencadenar una serie de problemas adicionales, como la ansiedad y la depresión, que a su vez pueden afectar negativamente la vida diaria y las relaciones interpersonales. Sin embargo, es importante comprender que la baja autoestima no es un destino inmutable, y existen varias formas efectivas de abordar este problema y recuperar la confianza en uno mismo.

La baja autoestima se manifiesta de diversas formas en adultos. Puede estar relacionada con la falta de logros personales, la constante comparación con los demás, críticas constantes de los demás o incluso experiencias traumáticas pasadas. Los adultos con baja autoestima suelen tener dificultades para aceptar elogios o reconocer sus propios logros, lo que perpetúa aún más su percepción negativa de sí mismos. Esta constante lucha interna puede convertirse en un círculo vicioso que afecta todas las áreas de la vida, desde el trabajo hasta las relaciones personales.

Una de las ramificaciones más significativas de la baja autoestima en adultos es su relación con la ansiedad. Las personas con baja autoestima suelen experimentar una sensación constante de temor y preocupación sobre su valía y su capacidad para enfrentar desafíos. Esta ansiedad puede manifestarse de diversas maneras, como la preocupación excesiva, el miedo a la crítica o el miedo a fracasar. Con el tiempo, la ansiedad puede volverse paralizante, limitando las oportunidades de crecimiento personal y profesional.

Además, la baja autoestima también se ha relacionado de manera significativa con la depresión en los adultos. Las personas que experimentan una autoimagen negativa constante a menudo caen en un estado de desesperanza y desamparo, lo que puede conducir a sentimientos de tristeza profunda y falta de interés en actividades que antes disfrutaban. La depresión resultante puede tener un impacto devastador en la salud mental y física, afectando la capacidad para funcionar en el día a día y comprometiendo las relaciones interpersonales y la calidad de vida en general.

Es fundamental abordar la baja autoestima de manera efectiva para prevenir o tratar problemas adicionales de salud mental. Una de las estrategias más eficaces es buscar ayuda profesional en psicología. Los psicólogos y psicoterapeutas capacitados pueden trabajar con los individuos para identificar las raíces de su baja autoestima y desarrollar estrategias personalizadas para mejorar su autoimagen y confianza en sí mismos.

Además de la terapia, existen varias prácticas y técnicas que pueden ayudar a mejorar la autoestima. Estas pueden incluir ejercicios de autoafirmación, prácticas de autocuidado y la participación en actividades que generen un sentido de logro y competencia. Es importante recordar que la recuperación de la autoestima lleva tiempo y esfuerzo, pero es un trabajo necesario hacia una vida más plena y satisfactoria.

jueves, 21 de septiembre de 2023

Los problemas de salud mental: estigma y soluciones

Los problemas de salud mental son una realidad que afecta a millones de personas en todo el mundo. A pesar de su prevalencia, el estigma y la falta de comprensión siguen siendo barreras significativas para aquellos que luchan con estas condiciones de salud. En este blog, exploraremos los problemas de salud mental, sus impactos en las personas y en la sociedad, así como la importancia de la concienciación y el acceso a la atención adecuada.

La salud mental es una parte integral de nuestra salud en general, pero a menudo se pasa por alto o se subestima. Los problemas de salud mental pueden manifestarse de muchas formas, desde la ansiedad y la depresión hasta trastornos más graves como la esquizofrenia o el trastorno bipolar. Estas condiciones pueden ser debilitantes y afectar todos los aspectos de la vida de una persona, incluyendo su trabajo, sus relaciones y su bienestar emocional.

Sin embargo, uno de los desafíos más significativos es que los problemas de salud mental a menudo son invisibles. A diferencia de una lesión física, las luchas internas de una persona pueden ocultarse fácilmente detrás de una sonrisa o una fachada de normalidad. Esto puede llevar a una falta de comprensión por parte de quienes rodean a alguien con un problema de salud mental, lo que a su vez puede aumentar la sensación de aislamiento y desesperación.

El estigma que rodea a los problemas de salud mental es un problema grave. La falta de comprensión y la percepción negativa pueden llevar a la discriminación y al aislamiento social. Las personas con trastornos de salud mental a menudo se sienten avergonzadas de buscar ayuda, lo que puede agravar sus problemas y llevar a una falta de tratamiento.

Abordar los problemas de salud mental comienza con la concienciación y la educación. Es esencial que las comunidades, las escuelas y los lugares de trabajo fomenten un entorno en el que se pueda hablar abiertamente sobre la salud mental sin miedo al estigma.

El acceso a la atención adecuada es un componente fundamental en la gestión de los problemas de salud mental. Esto implica garantizar que las personas tengan acceso a profesionales de la salud mental capacitados y asequibles, así como a recursos de apoyo comunitario.

Lamentablemente, el acceso a la atención de salud mental sigue siendo un problema en muchas partes del mundo. Las listas de espera largas, la falta de recursos y la falta de cobertura de seguros pueden hacer que sea difícil para las personas obtener la ayuda que necesitan. Abordar esta barrera es esencial para garantizar que quienes luchan con problemas de salud mental reciban el apoyo que merecen.

La psicoterapia es una herramienta valiosa en el tratamiento de los problemas de salud mental. Los profesionales de la salud mental pueden proporcionar un espacio seguro para que las personas hablen sobre sus pensamientos y sentimientos, y pueden enseñar estrategias efectivas para manejar el estrés, la ansiedad y la depresión, como muchas otras alteraciones psicológicas.

Los problemas de salud mental son una realidad que afecta a millones de personas en todo el mundo. A pesar de los avances en la comprensión y el tratamiento de estas condiciones, el estigma y las barreras persisten. Abordar este problema requiere una mayor concienciación, un acceso mejorado a la atención y el apoyo de la comunidad. Al romper el estigma y trabajar juntos para apoyar a quienes luchan con problemas de salud mental, podemos ayudar a construir una sociedad más compasiva y saludable.

miércoles, 30 de noviembre de 2022

Los problemas psicológicos en la actualidad.


El desarrollo del psiquismo humano es influido por el medio social. Estudiar el medio social es un factor que en la salud permite explicar los modos de sufrimiento de las personas. Comprender el sufrir como un problema psicológico es considerar que existen alteraciones que una persona tiene en sus relaciones con los demás, en su concepción del mundo y en las actitudes hacia sí mismo.

Las alteraciones psicológicas más frecuentes se caracterizan por cuadros de ansiedad y episodios de depresión, inconformidad con su conducta o incapacidad para funcionar eficientemente en diversas áreas de la vida cotidiana. Los problemas psicológicos tienen diversas formas de expresarse, las menos consideradas pueden estar causadas por situaciones transitorias tales como: pérdida del trabajo, separación de la pareja, problemas económicos, demandas sexuales u otras que la persona considera inadecuadas.

Los problemas psicológicos implican la presencia ante todo de altera­ciones en la subjetividad.  La presencia de alteraciones psicológicas no psiquiátricas son actividades mentales que se apartan de un funcionamiento normal; tal es el caso de las desviaciones de la conducta o en personas que, por presentar una enfermedad invalidante, que no enfrentan adecuadamente, comien­zan a desestabilizarse, aún sin presentar síntomas psiquiátricos y en otros casos más.

Teniendo en consideración los problemas psicológicos descritos, podemos señalar algunos de los objetivos fundamentales que se pueden perseguir con una intervención psicológica:

1. Modificación del comportamiento o de la situación conflictiva en cuestión.

2. Ayudar al consultante a lograr una comprensión adecuada de la problemática y a desarrollar los recursos necesarios para enfrentarla.

3. Propiciar el restablecimiento del bienestar psicológico del individuo, disminuyendo o eliminando las manifestaciones de trastornos emocionales, ansiedad y/o depresión.

4. Modificación de la imagen de sí mismo, incluyendo la modificación de los sentimientos de inadecuación y la elevación y adecuación de la autoestima.

5. Modificación del estilo de vida de la persona o reestructuración de la personalidad.

6. La compensación del déficit, como por ejemplo la falta de determinada habilidad social, asertividad, etc.

Los problemas psicológicos requieren una mirada amplia desde lo estructural y lo funcional, desde lo diagnóstico y la intervención. Es necesario, considerar que los problemas psicológicos no se reducen al alivio de síntomas, sino también exige conocer las causas psicogenéticas de la formación de los sentidos psicológicos del malestar, pues la funcionalidad de la persona en la vida cotidiana es también un indicador de salud a considerar.

sábado, 27 de agosto de 2022

¿Cómo influye la concepción de trastorno mental en la práctica de la psicoterapia?

 


La enfermedad o trastorno mental es un fenómeno que se manifiesta a través de expresiones disfuncionales en las distintas áreas de la personalidad y en comportamientos que rompen con las expectativas de patrones culturales esperados. La alteración de la vida cotidiana de los “enfermos mentales” provocan estrés psicológico y afectaciones en el funcionamiento del individuo que los “padece”.

Representar socialmente el trastorno mental determina actitudes y comportamientos que se tienen en relación con el individuo que sufre. Desde estas representaciones sociales se han desarrollado diversos modelos para explicar y tratar los trastornos mentales; desde las representaciones precientíficas basadas en creencias en fuerzas sobre naturales, dioses y demonios, hasta las basadas en teorías científicas, entre las cuales tenemos: modelo médico, psicodinámico, conductual, fenomenológico, humanista, modelos cognitivos y del aprendizaje social y el modelo sociocultural, entre otros. 

En los profesionales de la salud mental, ser parte de determinado grupo social y tener historias de aprendizaje técnico científico de una tendencia teórica específica, determinan valores y creencias que suelen tener un impacto importante en el desarrollo del proceso psicoterapéutico del profesional que intenta “intervenir” el trastorno mental. A su vez, el sistema de valores ideológicos de las teorías psicológicas y las creencias del psicoterapeuta también tienen su impacto sobre el proceso de intervención.

Es menester considerar que la concepción de trastorno mental del profesional de salud influye en la forma que aplica los conocimientos de la psicología, por ende, influye el sistema de inteligibilidad de su acción psicoterapéutica. La representación social de trastorno mental influye en el rol profesional como tal, condiciona lo que significa para el profesional hacer psicoterapia (eliminar un síntoma, modificar patrones alterados de comportamientos, modificar cogniciones, reestructurar la personalidad, etc.), establece criterios del rol del paciente y de cómo producir el cambio, en general, determinará su postura científico-profesional ante el problema. De aquí que planteo como necesario que los profesionales de la salud mental reflexionen los saberes psicológicos desde una postura crítica, pues si el conocimiento científico se vuelve verdad, se convierte en dogma; y si es dogma, ya no es ciencia.

sábado, 23 de julio de 2022

La intervención en los trastornos de conducta en escolares

 


En los trastornos de conducta la acción del proceso enseñanza y educación tienen un carácter correctivo compensatorio. Durante la enseñanza y la educación se desarrollan conocimientos, hábitos y habilidades, así como se desarrollan intereses, motivaciones y modos de actuar. Conocer las potencialidades de los escolares constituyen el punto de partida para establecer de forma objetiva las estrategias de intervención más específicas.

La intervención en los trastornos de conducta debe ser una actividad socializadora, que se debe orientar a la formación de motivos e intereses para la acción social. A nivel de comunicación el escolar debe hablar en primera persona, sin esconder sus sentimientos, debe promoverse que no culpe a compañeros en sus dificultades, aprendiendo a expresar sus preocupaciones y necesidades de forma concreta.

La autorregulación es la base de muchas formaciones psicológicas tales como la autovaloración, la independencia, el autocontrol y la autoconciencia. Enseñar a autorregular el comportamiento es establecer un sistema de influencias que le permitan al escolar a conocer y comprender siempre qué hacer, cómo hacer y por qué. Los escolares deben comprender la utilidad de las normas y exigencias que se enseñan, teniendo una participación activa y dinámica en el análisis de estas; de manera que puedan reflexionar sobre ellos y les resulten claras y exactas.

La autovaloración es una formación psicológica que le permite reconocer sus posibilidades y forma la base de las aspiraciones personales. La autovaloración se desarrolla por las valoraciones que hacen los demás de la actividad del escolar y el valor que el propio niño da a los resultados de su actividad.

Bajo estos criterios, para la intervención de los escolares con trastornos de conducta se debe reconocer que es imposible exigir del escolar una conducta que no se le haya enseñado antes. Indistintamente cuáles sean los motivos del niño; él sólo podrá hacer lo que sepa cómo hacer; pues la conducta se aprende. Pues la conducta se realiza sólo como condición de que el hombre quiera y pueda conducirse en una forma determinada, es decir, cuando además del motivo exista el conocimiento y la habilidad.

El proceso de formación de la conducta necesita también de la orientación de modelos positivos de actuación, los “ejemplos”. Así mismo, si el escolar participa activamente en el proceso educativo conoce más rápidamente e interioriza qué se espera de él, cuál debe ser el producto de su actividad y en qué medida ha alcanzado los resultados esperados. De este modo renace el interés y el empeño por la autodirección, se va logrando una conciencia de sí y mayor autoestima, desarrollándose las posibilidades de autovaloración y la capacidad de autocontrolar la conducta.

La sociedad nos obliga a ser feliz

La sociedad actual nos obliga a ser felices en todo momento, nos crea una presión a menudo irreal para mantener una fachada de felicidad con...